Es tan díficil decir adiós...

Dos años, casi dos años compartimos juntos y estamos disfrutando nuestras últimas horas, pero ambos sabíamos que este día iba a llegar. Hace tiempo sentía que lo nuestro no daba para más y que, inevitablemente, me aburriría de ti, como siempre me pasa.
Pero quise que disfrutáramos al máximo este histórico día para el fútbol chileno. Elegí quedarme contigo en casa en lugar de ir a ver el partido con los amigos, y hoy volvimos a ganar, y con contundencia. En 365 días más estaremos alentando a la selección chilena en Sudáfrica pero, si voy, no será contigo... Y en cierto sentido lo lamento porque no puedo devolverte la mano de estar siempre a mi lado.

Contigo viví los mejores momentos de mi vida, y también los peores... Cada vez que un mal sueño me turbaba estabas ahí, al alcance de la mano, para tranqulizarme y distraerme de las pesadillas que muchas veces turban mi descanso. Compartir mi cama contigo fue siempre tan sencillo, no había nada que fingir, al fin y al cabo nos conocemos tan bien. Supiste de mis alegrías, y las viviste conmigo, así como de mis más profundos secretos pero sé que, pese a la distancia que está instalándose entre nosotros, no vas a traicionar esa confianza con la que te entregué parte de mi alma.

Y me da verguenza reconocerlo, no te dejo sólo por dejarte, sino porque otro entró en mi vida... más joven, con nuevos aires, tal como siempre lo soñé. Puedes estar tranquilo, aún no pasamos una noche juntos y dudo que hoy sea la primera, pero te mentiría si te dijera que no estoy esperando ese momento.
Perdón por alejarte así de mi vida, luego de todo lo que me diste, pero nuestros caminos se separan. Mañana alguien más te llevará a su cama, alguien más te valorará como yo no supe hacerlo y te cuidará como yo nunca supe. Gracias por ser parte de mi vida, y si algo atesoré durante estos dos años fueron los hermosos recuerdos de nuestra vida en común.

Aunque no lo creas, te voy a extrañar.
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Adiós mi querido Sony Vaio... Otros dedos te teclearán mañana..

Bienvenido a mi vida, Acer.