Habemus candidatus II

Y continúan apareciendo más candidatos para lo que se pronostica la más infartante elección presidencial. Así como Pamela Jiles lanzó - con vedette incluída - su candidatura, ahora es el turno de Marco Enríquez-Ominami. Bueno, también están Adolfo Zaldívar, Alejandro Navarro y Jorge Arrate, pero éstos no calientan a nadie.

¿Y cuál sería la gracia de Enríquez-Ominami? No se trata sólo de haber sido un pionero de la farándula gracias a su priapismo, sino que además ha sido tratado como el pariente pobre de la Concertación, pese a su militancia socialista. Vaya acá mi repudio y desagrado contra los mismos de siempre que impidieron su incorporación en las primarias que finalmente se realizaron entre Frei y Gómez, porque si seguimos echando mano a los mismos de siempre jamás lograremos el necesario recambio generacional y la reconciliación pueblo-política.

Y quizás esa es precisamente la razón por la que Marco Enríquez-Ominami superó, inesperadamente, la barrera de los dos dígitos en las encuestas. El autoproclamado "candidato de la juventud", a sus 35 años, está logrando lo que muchos hemos pretendido, ser tomados en serio a la hora de hacer política. Marco representa el hastío y desafección que muchos sienten por figuras como el Colorín, Camilo Escalona, Jovino Novoa, Pablito Longueira, Fernando Flores, Pérez Yoma, a quienes vemos siempre ocupando los mismos cargos, jugando a la sillita musical en sus partidos, en el Congreso, en el Gobierno.

Y hoy, incluso yo me siento un poquito díscola.