domingo, 27 de septiembre de 2009

El gran varón

"¿Sabes Cristián? El sol está brillando fuerte en esta naciente primavera", en eso divagaba mientras caminaba los 27 pasos que hay entre la puerta de entrada de esta lúgubre sala de cuidados intensivos y tu cama, y si creí que la noticia del viernes me había dejado al borde de la desesperanza, me equivoqué rotundamente; lo peor no fue saber que te estabas dejando morir, sino verte morir.
Todavía recuerdo nuestro último encuentro, cuando divagábamos sobreentre lo humano y lo divino, queriendo cambiar el mundo. No tuve la oportunidad de preguntarte porqué, de entre todos los parroquianos, fuiste el único que no hizo su apuesta respecto a mi vida en 10 años, quizás porque tu gran secreto era saber que no vivirías para comprobar si tus ideas eran acertadas.
Y mientras te miro dormir, demacrado, más delgado que nunca, no sé si llorar por el desperdicio y la pena o sacudirte con todas mis fuerzas, gritándote los improperios más fuertes que se me vienen a la cabeza ante tanta estupidez de tu parte. "Sólo los cobardes eligen el camino fácil", me dijiste una vez, y hoy comprueba que tus palabras no eran más que un cliché bien elaborado para ocultar tus miserias.
Pudiste decirnos, pudiste gritar y pedir ayuda, pero elegiste morir. Lo peor es que a todos nos ha tomado en frío tu enfermedad y saber que hace 8 años abandonaste la esperanza. Hoy nadie se muere de eso, tampoco en tu caso, porque si mueres, será por cobardía y no por el VIH.

2 mortales ociosos han comentado:

Leslie Miranda dijo...

Que juerte Nina.
Que difícil, quizás qué cosas pasaron por su mente no podrás saberlo jamás, tampoco las razones de sus decisiones, correctas o incorrectas, no es tarea nuestra juzgar.

Un abrazo.

Anaís Sandiego dijo...

La muerte no nos deja respuestas, ni sentencias. Sólo preguntas. Menos cuando uno ama tanto al que se va.

Un abrazo muy fuerte niña. No sé qué más decirte.

Anaís.

 
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