Mitos sobre Magallanes

La verdad es que hoy no estaba muy inspirada para escribir, pero la Pau me dio un buen tema.
Me acuerdo que, allá por los años, cuando viajaba a Santiago, todos me preguntaban si era cierto que los pinguinos caminaban por la calle. Me harté de explicarle a la gente que no, que si querías ver pinguinos debías ir a las reservas naturales y que yo, pese a haber vivido toda mi vida acá, jamás había ido (mención aparte: este año, en enero, vi por primera vez pinguinos, cundo fui con P. a Seno Otway). La última persona en preguntar vivió en carne propia mi crueldad, potenciada por el espíritu sarcástico de Claudio. Mi amiga Pame - amante de los animales y quizás la persona más inocente que he conocido - me preguntó si teníamos pinguinos de mascota, a lo que le respondí que sí, que los rumores eran ciertos, y que de hecho mi pinguina había tenido recientemente una pareja de pinguinos - de distinto sexo - y que Claudio me había pedido a Patita, por lo tanto, yo estaba más que dispuesta a regalarle al pinguino macho, si quería, pero que había que esperar al menos dos meses para separarlos de su mamá. Eso fue suficiente para entrar en la conversación más bizarra de mi vida, sobre hábitos, higiene y dieta de los pinguinos. Sin fundamentos, me largué en una perorata que incluía la necesidad de contar con una bañera de grandes dimensiones, a la que sería necesario agregarle dos kilos de hielo diario, para mantener a los pinguinos a temperatura adecuada. La dieta pinguina, además, incluía un vaso de whisky y 250 grs. de semillas, la que debía aumentarse al 100% por cada kilo que el pinguino aumentaba... Pamela esperó su pinguino por meses, hasta que a mí no me dio el corazón para seguir mintiéndole y le pedí a Claudio que le dijera, con toda su brutalidad, que los pinguinos no eran mascotas.

La Pau, concretamente, me preguntó si es cierto que hay cordeles en la Plaza de Armas para que la gente se afirme en los días de viento. Esto es relativamente cierto. Muchas veces debemos soportar vientos que superan los 120 km/hr. y en lugares como Plaza de Armas y otras esquinas de calle Bories (calle céntrica principal) es imposible caminar. A veces - no sé quiénes - ponen algunas cuerdas que permiten a la gente caminar, despeinadas, pero con relativa dignidad. Para nosotros, vientos de 60 km/hr. es sólo brisa. XD

Otra cosa que siempre me han preguntado es si siempre comemos cordero. No sé el resto, pero yo sólo como asado de cordero en Navidad, Año Nuevo y si viene alguna visita ilustre (aka familia de Argentina, Bolivia, amigos de otras ciudades o extranjeros). Por eso me asombra el concepto de asado que tienen en Santiago... Una visita al Parque Intercomunal de La Reina donde - con suerte - ves un par de chorizos en una parrilla, pero abundante alcohol. Acá también hay abundante alcohol, pero hay CARNE!!

¿Es cierto que acá todos nos conocemos? No. Por eso también me estresa cuando me pregunta de dónde soy, contesto que soy de Punta Arenas, y me dicen "ah, entonces debes conocer a Juanita Pérez". Ya no sé cómo explicar que igual hay 150.000 habitantes y que es imposible conocerlos a todos.