lunes, 9 de junio de 2008

Yo pololeé con un saco de weas (or I was the girlfriend of a son of a bitch)

Así se llama el grupo de facebook que creamos con mi amiga Jo, una noche, de aburridas y sólo para quitarle mérito al de César, que creó un ofensivo "me comí a una fea". Jamás creímos lo exitoso que sería nuestro grupo, al punto de llegar a más de 5.000 miembro en menos de un mes, e incluso aparecer en un artículo de cierto dudoso periódico farandulero, aunque nos dejaran como las despechadas de Chile.

Así comenzamos a sumergirnos en este mundo de los SDW (abreviación práctica para denominar a estos sujetos) y me di cuenta que yo también tengo una inspiración para estar dentro del grupo. Yo tuve de novio a un perfecto imbécil, pero que yo también fui lo suficientemente tonta como para estar junto a él más de 6 años.

Charlotte York, en Sex and the City, postulaba que una mujer se demora la mitad del tiempo que duró la relación para recuperarse de las heridas, y yo doy fe que es cierto, aunque incluso podemos demorarnos menos. A mí me bastaron 2 años para dar por superado ese negro período de mi propia historia y olvidar por completo a Omar, aunque a veces él trate de meterse de nuevo en mi vida... el colmo del descaro, no es bueno andar persiguiendo a tu ex novia cuando estás a punto de casarte. Pero allá él, y que lástima por aquella incauta, que sin duda estaría dispuesta a matarme si sabe que hoy su futuro marido me invitó a almorzar.

No pude decirle que no y acepté su invitación, quería comprobar la hipótesis de Mauricio, que plantea que Omar no ha podido olvidarme y que se ha transformado en un verdadero imbécil.

Quiero quedarme con las palabras de Mauricio, quien dice que estoy mucho más feliz, tranquila y linda que durante la relación y los 2 años que siguieron. Me dijo también que me ve más segura en mí misma, y le encuentro toda la razón. Cuando me veo al espejo en las mañanas me gusta lo que en él se refleja, me siento cómoda siendo yo. Omar nunca me decía "te ves linda", siempre me criticaba si me cortaba el cabello, si subía un par de kilos o por la ropa que vestía. Hoy escucho tantos halagos que incluso corro el riesgo de volverme egocéntrica.

Por eso ya no me interesa ser Beatrix Kiddo y matar a mi propio Bill, porque por un lado este Bill no merece el sacrificio de matar a tantos para llegar a él, y porque eliminándolo no voy a conseguir un final al estilo "the lioness has rejoined her cub. All is right in the jungle".


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