domingo, 15 de noviembre de 2009

Oda a mi mano

Como persona cercana a la perfección (oh sí) los pocos (cuek) defectos que poseo me molestan de sobremanera, pero debo indicar que el que más me ha pesado el último tiempo ha sido la torpeza.
Bueno, ese defecto me acompaña desde tiempos inmemorables, y aún permanece en la historia familiar el día que, recorriendo la casa en mi andador, quise encender el televisor y terminé con aquel armatoste sobre mi pequeña humanidad de 7 meses. O la vez que, jugando a SpiderWoman, terminé con un mueble de más de 50 años encima (y con las copas de cristal y unas cuantas botellas antiguas quebradas).

Más actuales, y por tanto más privados, han sido episodios como aquel en que, en mi más tierna adolescencia y con las hormonas un tanto alborotadas, solía pasear en bicicleta frente a la casa del amado del momento, excursiones que tuvieron su fin luego de aquella vez que, por mirarlo regar el césped, terminé mirando el cemento de la vereda. O la vez que aplasté la mano de C. al darme vuelta en la cama y terminé en el suelo y con un horrible moretón en la pierna y otro, coqueto por cierto, cerca del codo.

Otros ya son de público conocimiento, como la quemadura que me acompaña desde que planché mi brazo en lugar del cuello de la camisa, los múltiples esguinces por caminar rápido con tacos, y, más recientemente, los moretones que lucieron mis rodillas luego de un espectacular aterrizaje sobre una rampla de fierro. Pero hasta ahora nada se compara a la mano del terror que he estado cuidando por más de dos semanas.

Sí, soy torpe, y sobre todo en tareas domésticas, y es que aún no me explico cómo el chorro de agua recién hervida terminó sobre mi mano cuando quise traspasarla al termo. Lo único que sé es que después de tanto ¿qué te pasó en la mano? que siguió a los días en que anduve con venda, había optado por una respuesta interesante y que no daba lugar al consiguiente ¿pero cómo pasó?... fácil, quise cortarme las venas pero equivoqué el lugar XD
Si bien ya no tengo la venda, la quemadura aún mantiene una coqueta tonalidad algo púrpura que no combina con mi ropa, pero al fin y al cabo la vida de construye de marcas y, como le respondo ahora a todos los odiosos que me preguntan cuándo pienso formar una familia, quizás sea lo único que luzca con orgullo en la mano, porque con el precio que tienen las argollas prefiero comprarme un pastor alemán.

1 mortales ociosos han comentado:

Leslie Miranda dijo...

Jajaja.
Todos conocemos a algún "Yuyin" (http://img151.imageshack.us/img151/4697/eugene9gu.gif)

Les pasan cosas tan fantásticas que uno no lo puede creer. Una vez en la U, a un amigo se le cayó la pizarra de la sala en su pie derecho, después de haber estado todos al frente, llegó su turno, y solamente por estar ahí la pizarra se le cayó. Se fue a la posta de una. Yuyin po. Le pasaban puras hueás así.

 
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