Hace ya un tiempo hice el primer ejercicio de comenzar la banda sonora de mi vida, una rara mezcla de canciones cursis, rock y pachanga. Y hoy quiero compartir esta pequeña historia.
Siempre supe que ese día no debí salir de casa y escuchar, al menos por una vez en la vida, a mi madre, pero Max fue insistente y mis ganas de pasarlo bien superaron cualquier malestar, total "el colon puede anestesiarse en alcohol". Loca noche aquella entre tantos amigos distintos. No debí alejarme de tu lado cuando el alcohol comenzó a mostrar sus nefastos efectos, aún no me queda claro si ese beso fue o no fue real. Si lo fue, merecí toda tu recriminación posterior a la fiesta, y no te culpo, debí dejar que me arrastraras del brazo cuando aquel desconocido, amigo de un amigo, me invitó a bailar. Lo peor de todo fue que el desconocido no me causó una gran primera impresión, para mí no era más que un juego.
Hoy, mirando hacia atrás, me doy cuenta que sólo alcancé a jugar un par de meses... el resto de los años los jugó él. Con él pasé muy buenos momentos, no lo niego, pero también pasé lo peor que he vivido hasta hoy.
Y es que la más horrible pesadilla de mi vida comenzó, irónicamente, prometiendo ser una escalera al cielo... sangre, dolor y lágrimas para darme cuenta que, en realidad, sólo se trataba del camino más corto al infierno.
Eres parte de mi historia, es cierto, pero no porque te recuerde con amor o con cariño. Eres parte de mi historia porque me recuerdas el cuánto daño es capaz de hacer concientemente una persona a otro ser humano.
Y ese daño no te lo deseo ni siquiera a ti.
domingo, 22 de noviembre de 2009
La banda sonora de mi vida; Segunda Parte
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From the deepest of my heart
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